Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), 420 millones de hectáreas de selva (un área mayor al de la Unión Europea) han sido deforestadas entre en período 1990-2020 y se estima que al menos el 10 por ciento de los productos que son cultivados en tierras deforestadas terminan en la Unión Europea. Esto ha aumentado el descontento por parte de los ciudadanos europeos y ha incrementado la presión de diferentes organizaciones ambientalistas y de protección animal hacía el gobierno. Una de las acciones más contundentes ocurrió en septiembre del 2020 cuando activistas de Greenpeace boicotearon el edificio principal de la Comisión Europea con un gran banner en el que acusaban a Europa de participar en la deforestación de la selva amazónica.  

© Johanna de Tessières /Greenpeace

Ese mismo año, Greenpeace, junto con WWF y ClientEarth iniciaron la campaña #Together4Forests y lograron recolectar más de un millón de firmas para exigirle a la Comisión Europea una propuesta legislativa al respecto. Un año más tarde la Comisión introdujo la propuesta con el fin de reducir el impacto de la UE en el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.

Exactamente dos años después de la acción, la propuesta no solo fue aprobada por el Parlamento Europeo con una votación de 453 votos a favor, sino que además se realizaron importantes adiciones al texto propuesto. 

La proposición radicada por la Comisión tiene como objetivo garantizar a los consumidores europeos que los productos que compran no contribuyen a la destrucción de los bosques, incluidas selvas tropicales en ningún lugar del mundo, obligando a las empresas a verificar la llamada “diligencia debida”. El texto original incluía la carne de vacuno, cacao, el café, el aceite de palma, la soja, madera, incluidos los productos que contienen, han sido alimentados o se han fabricado con estos productos básicos (como cuero, chocolate y muebles). Sin embargo, el Parlamento Europeo ha sido más ambicioso al anexar otros productos como el maíz, la carne de cerdo, oveja, cabra, aves de corral y productos como el carbón y el papel impreso que no estaban en el texto inicial.

© European Union – European Parliament.

De igual forma, los eurodiputados incluyeron en la “diligencia debida” no solo temas medioambientales, sino que también tiene en cuenta los derechos humanos y la protección a las poblaciones indígenas. El Parlamento insistió en que los productos no deben haberse producido en tierras deforestadas después del 31 de diciembre de 2019, un año antes de lo que propuso la Comisión.

Otro aspecto interesante del texto es que involucra una obligación para las instituciones financieras las cuales podrían estar sujetas a requisitos adicionales para garantizar que sus actividades no contribuyan a la deforestación.

La proposición ahora continúa su procedimiento legislativo ordinario y entra en lo que se conoce como los diálogos tripartitos entre el Parlamento, Consejo Europeo y Comisión a fin de llegar a acuerdos que permitan la aprobación del texto. A lo largo de las negociaciones el documento puede ser sujeto de variaciones y enmiendas. Valga decir que en medio de las discusiones la proposición ya perdió algunos elementos claves como la creación de un fondo de remediación para brindar apoyo a las comunidades forestales, lo que representaba una enorme oportunidad para la UE de contribuir en la reconstrucción de ecosistemas afectados.

©SOS Animals stock photo

SOS Animales Colombia celebra esta primera victoria pues es un claro mensaje del Parlamento Europeo en contra de la deforestación, un flagelo que afecta a Colombia. Resulta muy positivo que hayan incluido productos como el maíz y otros tipos de carnes. Brasil por ejemplo es un gran exportador de carnes a la UE, mucha de la cual proviene de zonas deforestadas del Amazonas. La aprobación de esta regulación beneficia a miles de especies amenazadas a causa de la pérdida de sus hábitats, pero al mismo tiempo desincentiva la agricultura animal pues obstaculiza el comercio de productos como la soya y el maíz, los cuales se utilizan en su mayoría para alimentar animales de consumo.

“A pesar de que no afectaría directamente a Colombia dado que nuestro país no exporta grandes volúmenes de los productos mencionados a la Unión Europea, el mensaje si es contundente: Primero muestra que la voz de la sociedad civil si importa, son millones de ciudadanos y cientos de organizaciones no gubernamentales las que presionaron a las instituciones para que pusiera el tema sobre la mesa, y como segunda medida es un llamado valiente a los demás gobiernos a empezar a ver a los ecosistemas y la biodiversidad como un tema de interés global. Sin duda, a través de las restricciones al comercio internacional se puede lograr mucho por el medio ambiente y los animales”. Afirmó Cecilia Angulo, directora de SOS Animales Colombia.

Publicaciones Recomendadas

Aún no hay comentarios, ¡agrega el tuyo a continuación!


Agregar un Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *