Durante dos días, líderes y representantes de gobiernos, empresas, organizaciones internacionales, sociedad civil y jóvenes, se reunieron en la capital de Suecia para conmemorar el aniversario número 50 de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente, que se celebró en junio de 1972. Este fue el evento que convirtió al medio ambiente en un tema de relevancia internacional y propició la creación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la principal autoridad ambiental mundial del sistema de las Naciones Unidas.
Suecia y Kenia fueron los países encargados de organizar la Conferencia Estocolmo+50 que se llevó a cabo el 2 y 3 de junio bajo el lema “un planeta saludable para la prosperidad de todos: nuestra responsabilidad, nuestra oportunidad”. Este espacio de cooperación y diálogo dio continuidad a las reflexiones propuestas en la quinta Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente de principios de año.
En esta ocasión, más de 200 científicos y expertos* en diferentes áreas como política, derecho y ética, hicieron un llamado a los gobiernos, a través de una carta abierta publicada en la revista CABI One Health, para que incluyan el bienestar animal en la política de desarrollo sostenible.
“Hay mucho en juego para los animales en la política ambiental internacional. La agricultura animal de gran escala y el comercio ilegal de fauna silvestre no solo dañan y matan directamente a cientos de miles de millones de animales por año, también dañan y matan a innumerables seres humanos indirectamente, al aumentar los brotes de enfermedades como la gripe aviar y el COVID-19, los fenómenos meteorológicos extremos como incendios e inundaciones y el aumento de la resistencia a los antimicrobianos causado por el excesivo uso de antibióticos en las granjas industriales”, precisa la carta.
Los expertos aseguran que 50 años después de la adopción de la Declaración de Estocolmo, sigue sin considerarse el bienestar animal en la formulación de las políticas de desarrollo sostenible, lo que representa un descuido y un vacío muy importante. Aun la ambiciosa Agenda 2030 con sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y 169 metas que incluyen desde el fin del hambre y la pobreza en todas sus dimensiones, hasta la protección de la biodiversidad y el fortalecimiento de la paz universal, deja por fuera la consideración de estos seres sintientes.
Es preciso que en escenarios internacionales como Estocolmo+50 se siga invitando a los gobiernos a tener en cuenta la estrecha relación entre el medio ambiente y los animales, pues solo así se podrá avanzar verdaderamente hacia la creación de políticas regulatorias beneficiosas que enfrenten la crisis planetaria del cambio climático y aseguren un planeta saludable y próspero para todos.
*Entre los firmantes de la carta se encuentran: Peter Singer, Profesor Ira W. DeCamp de Bioética, Universidad de Princeton; Martha C. Nussbaum, Profesora Distinguida de Derecho y Ética Ernst Freund, Facultad de Derecho y Departamento de Filosofía, Universidad de Chicago; Ingrid Visseren-Hamakers, Profesor de Gobernanza y Política Medioambiental, Universidad de Radboud; Linda Keeling, Profesora de Bienestar Animal, Universidad Sueca de Ciencias Agrícolas; Roberto Schaeffer, Profesor de Economía de la Energía, Universidad Federal de Río de Janeiro; Marc Bekoff, Profesor emérito de Ecología y Biología Evolutiva, Universidad de Colorado, Boulder; Will Kymlicka, Catedrático de filosofía política, Universidad de Queen, Canada; Arthur Caplan, Profesor de Bioética, Escuela de Medicina Grossman, Universidad de Nueva York; Jérôme Segal, Profesor asociado de Historia, Universidad de la Sorbona; y Laura Scherer, Profesora adjunto de Ciencias Ambientales, Universidad de Leiden
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